Me complace enormemente presentaros la primera colaboración en un pequeño escrito (que no ligero) de uno de los miembros más activos de este blog. Jesús Mesa nos muestra con un lenguaje elegante y sutilmente poético pensamientos en torno a la figura de su padre, las musas y como la inspiración llega sin quererlo y te ata con cadenas codiciosas a soltar como un torrente de agua imparable, todo lo que te va mostrando. Es el primer escrito que nos muestra y que servirá como preludio a futuras publicaciones en este blog. Es digno de leérse lentamente y ver como muestra su modestia a la hora de escribir y la complejidad a la hora de encontrarse delante del lapiz, boli, pluma o en este caso teclado. Os dejo pues con la narración.
“Cuando saque la pluma,
espero no dejarme nada en el tintero”
No fue durante el día. En toda la jornada el apremio de los cultivados
no apareció. Decidido a escribir, con unos motivos, con un porqué, y con muchas
ideas revoloteando la cabeza, esperé esa chispa necesaria para aquél que sin
más regala las palabras expresando sus ideas.
Y entonces apareció; esa misma
noche me visitó sin mas y a falta de preaviso, como acostumbra, -como tiene que
ser- recuerdo que solía describir mi padre. Por cierto, disculpen que no les
haya hablado aún de él. Quizás sea el único culpable de esto, el que hizo que
entregara mi vida al gustoso mundo de las letras. Pues bien, de imprevisto, con
soltura y algo de desdén, llegaron las musas al encuentro de mis reclamos. "La
inspiración no se posee, si acaso se desea" repetía él con esmero durante
sus clases de literatura mientras se le iluminaba el rostro hablando de nombres
como García Lorca, Unamuno, Alberti, Delives... Se notaba en su figura la de un
hombre que amaba aquello que enseñaba, y yo a su vez me regocijo de haber
conocido su entrega a la gramática, su empeño por contagiarnos el sentimiento
que en sintonía nos trasmiten una a una las palabras de una novela, o los
versos de una poesía.
Temerario de la lección que la figura paterna me imprimía tanto fuera
como dentro de las ya casi olvidadas aulas, me adentré en ese mundo tan
excitante para unos como exótico para otros. Y con muchas ganas, y un tanto
menos de paciencia, me preparé a esperar aquella ansiada inspiración. Tenía y
tengo mucho que decir. Y sentí la necesidad de escribirlo. Supongo que el ser
humano se siente más libre cuando expresa sus ideas y las transmite, esa es
otra lección que hace tiempo aprendí. Todos tenemos mucho que decir; no
llevamos dentro la verdad, ni la razón absoluta, pero aportamos ideas que en su
mayoría nos enriquecen. Se agolpaba dentro de mi más profundo ser una enorme
voluntad para satisfacer aquella necesidad
de escribir que me provocaba el expresar lo que uno lleva dentro. Y
entonces comprendí que no todos los individuos, por mucho que tengamos que
expresar, están destinados a colmar dicha necesidad.
Así que dispuesto al sacrificio, armado de humildad, deseé poder
escribir con talento todo aquello que a ratos rondaba por mí también a ratos
amueblada cabeza. No considero el echo de escribir un don o en su caso
excelencia. No hace a una persona mas altiva a mi vista. Se asimila más al atrevimiento.
Y por fin, como antes relaté, aquella noche llegó la hora de mi propio atrevimiento.
No tiene explicación, sería improductivo buscarle tan siquiera un
porqué, pero ocurre. En algún momento de tu actividad artística las musas
llegan. No tienes porque valer en exceso, ellas son quienes te eligen a ti, y
deciden iluminarte. Cosa aparte es que uno este cultivado de recursos y
experiencia, entonces sabrás explotar con mas carisma aquello que te traen. En
mi caso no hubo otra opción, no me importó la hora ni el momento, me precipité
sin más a columpiarme desde la cama hasta el escritorio de un brinco. Hasta ese
punto la noche había sido bastante precaria en cuanto a lo que sueño se
refiere, de tal modo que ni por un instante extrañé la suavidad de mis sabanas
o la comodidad de la almohada por la ineficacia de mi descanso. Estaba allí,
delante del ordenador -corren tiempos postmodernos- tecleando incesante cada
uno de los brotes que aparecían en una mente por momentos de insaciable trato
con la léxica.
Aquello concluyó como debía, tal como vino se fue. No hay tiempos
medidos ni reglas preconcebidas. Como un espasmo eléctrico de actividad
literaria redactas sin más ensayos y ensayos que con posterioridad puedes
retomar. Me considero un afortunado, uno no sabe cuando puede arribar la
inspiración, pero si percibir cuando está ahí, y eso ayuda. Me congratulo y lo
aprovecho. Y mientras tanto recordé cada una de las horas que le dediqué a un
libro, a un autor, o a una lección de literatura. Todo en la vida se acumula.
Ahora se siente la necesidad de llevarlo a la práctica. De algún modo u otro
hay que aprovechar las oportunidades cuando están ahí, de manera rápida. Lo
esencial es tener algo que decir, el cómo decirlo viene después.
No tiene mucha dedicación lo que aquí os escribo –perdonen mi arranque
de sinceridad-, es más, no serviría ni de tan siquiera adelanto. Es aperitivo
algo escaso de profundidad, para paladares exquisitos supongo. Muchas ideas me
surgieron y muchas ideas deseo iros transmitiendo, pero poco a poco; las cosas
a su debido tiempo. Me deje llevar por el deseo de hablaros de la inspiración y
de su proceso, y así se dio luz a éste texto. Espero poder colaborar pronto en
éste espacio escribiendo cada una de las cosas que voy extrayendo de mis
adentros.
Mientras tanto mi refugio será la lectura, y a ratos el atrevimiento de
la escritura. Repito, esperé a la inspiración, y llegó. Hasta el momento tan
sólo un pensamiento se plasmaba en mis neuronas, y era simple: “cuando saque la
pluma, espero no dejarme nada en el tintero”.
Hasta otra ocasión.
J.M
En mi humilde opinión, tienes mucho talento y tu escritura es muy buena y nada pesada. Desde otro escritor inexperto: enhorabuena.
ResponderEliminarUn saludo.
PD: volviendo a un tema pasado, la música como inspiración, debo decir que hay una canción que me lleva a divagar y a pensar en grandes epopeyas: La canción de los remeros del Volga (interpretado por Leonid kharitonov junto al Coro del Ejército Rojo), en concreto en especial cuando canta todo el coro...sublime
http://www.youtube.com/watch?v=8WD0WVL-HjE
La verdad es que cuando empieza el coro a la vez a cantar se te ponen los pelos de punta. Yo para momentos grandes, la música coral de carácter épico me encanta. Un ejemplo muy conocido es la canción de Star Wars: El episodio I la batalla final. Maravilloso.
EliminarUn saludo querido O´Donnell.
Gracias por el apoyo a ambos. Sólo me queda animaros a seguir construyendo poco a poco de éste humilde espacio, en un proyecto tan bonito. No desistáis.
ResponderEliminarLa verdad es que tienes ese toque para como pones en tu texto: "paladares exquisitos". Deseando estoy que sigas compartiendo con nosotros tus obras. Adelante, este espacio es tan vuestro como mío.
ResponderEliminarUn saludo estimado J.Mesa.