martes, 20 de marzo de 2012

Colaboración



Me complace enormemente presentaros la primera colaboración en un pequeño escrito (que no ligero) de uno de los miembros más activos de este blog. Jesús Mesa nos muestra con un lenguaje elegante y sutilmente poético pensamientos en torno a la figura de su padre, las musas y como la inspiración llega sin quererlo y te ata con cadenas codiciosas a soltar como un torrente de agua imparable, todo lo que te va mostrando. Es el primer escrito que nos muestra y que servirá como preludio a futuras publicaciones en este blog. Es digno de leérse lentamente y ver como muestra su modestia a la hora de escribir y la complejidad a la hora de encontrarse delante del lapiz, boli, pluma o en este caso teclado. Os dejo pues con la narración.



Cuando saque la pluma, espero no dejarme nada en el tintero


No fue durante el día. En toda la jornada el apremio de los cultivados no apareció. Decidido a escribir, con unos motivos, con un porqué, y con muchas ideas revoloteando la cabeza, esperé esa chispa necesaria para aquél que sin más regala las palabras expresando sus ideas.

 Y entonces apareció; esa misma noche me visitó sin mas y a falta de preaviso, como acostumbra, -como tiene que ser- recuerdo que solía describir mi padre. Por cierto, disculpen que no les haya hablado aún de él. Quizás sea el único culpable de esto, el que hizo que entregara mi vida al gustoso mundo de las letras. Pues bien, de imprevisto, con soltura y algo de desdén, llegaron las musas al encuentro de mis reclamos. "La inspiración no se posee, si acaso se desea" repetía él con esmero durante sus clases de literatura mientras se le iluminaba el rostro hablando de nombres como García Lorca, Unamuno, Alberti, Delives... Se notaba en su figura la de un hombre que amaba aquello que enseñaba, y yo a su vez me regocijo de haber conocido su entrega a la gramática, su empeño por contagiarnos el sentimiento que en sintonía nos trasmiten una a una las palabras de una novela, o los versos de una poesía.

Temerario de la lección que la figura paterna me imprimía tanto fuera como dentro de las ya casi olvidadas aulas, me adentré en ese mundo tan excitante para unos como exótico para otros. Y con muchas ganas, y un tanto menos de paciencia, me preparé a esperar aquella ansiada inspiración. Tenía y tengo mucho que decir. Y sentí la necesidad de escribirlo. Supongo que el ser humano se siente más libre cuando expresa sus ideas y las transmite, esa es otra lección que hace tiempo aprendí. Todos tenemos mucho que decir; no llevamos dentro la verdad, ni la razón absoluta, pero aportamos ideas que en su mayoría nos enriquecen. Se agolpaba dentro de mi más profundo ser una enorme voluntad para satisfacer aquella necesidad  de escribir que me provocaba el expresar lo que uno lleva dentro. Y entonces comprendí que no todos los individuos, por mucho que tengamos que expresar, están destinados a colmar dicha necesidad.

Así que dispuesto al sacrificio, armado de humildad, deseé poder escribir con talento todo aquello que a ratos rondaba por mí también a ratos amueblada cabeza. No considero el echo de escribir un don o en su caso excelencia. No hace a una persona mas altiva a mi vista. Se asimila más al atrevimiento. Y por fin, como antes relaté, aquella noche llegó la hora de mi propio atrevimiento.

No tiene explicación, sería improductivo buscarle tan siquiera un porqué, pero ocurre. En algún momento de tu actividad artística las musas llegan. No tienes porque valer en exceso, ellas son quienes te eligen a ti, y deciden iluminarte. Cosa aparte es que uno este cultivado de recursos y experiencia, entonces sabrás explotar con mas carisma aquello que te traen. En mi caso no hubo otra opción, no me importó la hora ni el momento, me precipité sin más a columpiarme desde la cama hasta el escritorio de un brinco. Hasta ese punto la noche había sido bastante precaria en cuanto a lo que sueño se refiere, de tal modo que ni por un instante extrañé la suavidad de mis sabanas o la comodidad de la almohada por la ineficacia de mi descanso. Estaba allí, delante del ordenador -corren tiempos postmodernos- tecleando incesante cada uno de los brotes que aparecían en una mente por momentos de insaciable trato con la léxica.

Aquello concluyó como debía, tal como vino se fue. No hay tiempos medidos ni reglas preconcebidas. Como un espasmo eléctrico de actividad literaria redactas sin más ensayos y ensayos que con posterioridad puedes retomar. Me considero un afortunado, uno no sabe cuando puede arribar la inspiración, pero si percibir cuando está ahí, y eso ayuda. Me congratulo y lo aprovecho. Y mientras tanto recordé cada una de las horas que le dediqué a un libro, a un autor, o a una lección de literatura. Todo en la vida se acumula. Ahora se siente la necesidad de llevarlo a la práctica. De algún modo u otro hay que aprovechar las oportunidades cuando están ahí, de manera rápida. Lo esencial es tener algo que decir, el cómo decirlo viene después.

No tiene mucha dedicación lo que aquí os escribo –perdonen mi arranque de sinceridad-, es más, no serviría ni de tan siquiera adelanto. Es aperitivo algo escaso de profundidad, para paladares exquisitos supongo. Muchas ideas me surgieron y muchas ideas deseo iros transmitiendo, pero poco a poco; las cosas a su debido tiempo. Me deje llevar por el deseo de hablaros de la inspiración y de su proceso, y así se dio luz a éste texto. Espero poder colaborar pronto en éste espacio escribiendo cada una de las cosas que voy extrayendo de mis adentros.

Mientras tanto mi refugio será la lectura, y a ratos el atrevimiento de la escritura. Repito, esperé a la inspiración, y llegó. Hasta el momento tan sólo un pensamiento se plasmaba en mis neuronas, y era simple: “cuando saque la pluma, espero no dejarme nada en el tintero”.

Hasta otra ocasión.

J.M

4 comentarios:

  1. En mi humilde opinión, tienes mucho talento y tu escritura es muy buena y nada pesada. Desde otro escritor inexperto: enhorabuena.

    Un saludo.

    PD: volviendo a un tema pasado, la música como inspiración, debo decir que hay una canción que me lleva a divagar y a pensar en grandes epopeyas: La canción de los remeros del Volga (interpretado por Leonid kharitonov junto al Coro del Ejército Rojo), en concreto en especial cuando canta todo el coro...sublime

    http://www.youtube.com/watch?v=8WD0WVL-HjE

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    1. La verdad es que cuando empieza el coro a la vez a cantar se te ponen los pelos de punta. Yo para momentos grandes, la música coral de carácter épico me encanta. Un ejemplo muy conocido es la canción de Star Wars: El episodio I la batalla final. Maravilloso.

      Un saludo querido O´Donnell.

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  2. Gracias por el apoyo a ambos. Sólo me queda animaros a seguir construyendo poco a poco de éste humilde espacio, en un proyecto tan bonito. No desistáis.

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  3. La verdad es que tienes ese toque para como pones en tu texto: "paladares exquisitos". Deseando estoy que sigas compartiendo con nosotros tus obras. Adelante, este espacio es tan vuestro como mío.

    Un saludo estimado J.Mesa.

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