viernes, 26 de octubre de 2012

Relato IM.




Os presentó hoy un relato oscuro de una persona que participa por primera vez en una entrada del blog. Isabel Muñoz nos ha regalado este relato que presentó para un trabajo de la carrera. A continuación y sin querer revelaros nada de él os mostramos.....

EL GUANTE


El doce de octubre de 2010 será una fecha que Ariadna no olvidará jamás. Había asistido por la tarde a una fiesta de disfraces con su mejor amiga Alejandra. Se disfrazaron de época, tan bien caracterizadas que nadie las habría reconocido. En la fiesta no faltó la música y la diversión, sin duda aquella tarde prometía ser estupenda.

Se había hecho de noche cuando sus ojos se cruzaron con un guapísimo joven que se encontraba al otro lado de la sala de baile. Parecía tan caballero como cortés con sombrero y gabardina. Sin duda, en ese mismo instante se había enamorado perdidamente de él. Tendría unos veinte años al igual que ella y era tan seductor que nada ni nadie podría haberse resistido a sus encantos. Se llamaba Aarón.

Bailaron durante unas horas hasta que la fiesta iba llegando a su fin. Temiendo que Ariadna, se marchara y no la volviera a ver, muy educadamente se ofreció a llevarla a casa. Ella por supuesto aceptó encantada. De camino, Aarón propuso tomar la última copa en su casa. Ariadna en un momento parecía que iba a negarse algo reticente para al final ofrecer su mejor sonrisa.

Aarón tenía un apartamento precioso, completamente blanco, tan pulcramente ordenado que Ariadna por un momento se arrepintió de estar allí. Se sirvieron unas copas y se acomodaron en el blanco sofá de piel. Hablaron distendidamente mientras que la tensión y la proximidad entre ambos aumentaban.

Cuando él la besó, Ariadna sintió que el mundo había dejado de girar a su alrededor. Se fueron quitando la ropa lentamente hasta que acabaron en el blanco dormitorio.

Ariadna se encontraba completamente desnuda sobre la blanca cama. Aarón le susurró al oído: - te deseo más que a nada, cierra los ojos, tengo una sorpresa para ti. Un delicioso escalofrío recorrió todo su cuerpo. Mientras se mantenía con los ojos relajados, Aarón apartó delicadamente el cabello de los hombros, le besó el cuello e inspiró profundamente su perfume. Y así, muy lentamente y con mucho deseo fue cortando el cuello de Ariadna. Pudo ver cómo rajaba piel, músculo, venas, arterias…La sangre no dejaba de brotar, pero su olor le parecía tan excitante… Las sábanas blancas habían quedado empapadas. Ariadna sólo sintió un dolor muy profundo que al instante desapareció para siempre. Aarón pudo ver cómo se apagaba la luz en sus ojos que se quedaron clavados en los sus suyos. Y así, sintió más deseo aún de seguir profanando su cuerpo. La violó varias veces de forma continuada y la descuartizó muy despacio para luego dormir abrazado a su cabeza. Y es que la deseaba tanto que no podía permitir que nadie más la poseyera, sólo él.

A la mañana siguiente, cuando Aarón despertó no quedaban restos ni de sangre ni de Ariadna. Aturdido comenzó a revolverlo todo, quién habría recogido todo sin despertarlo, qué había pasado. Al darle la vuelta a la almohada, allí sólo había un guante, un insignificante guante blanco.

Pasaron los días y el guante era indestructible, no había forma de deshacerse de él. Le perseguía a todas horas, poniéndole obstáculos por donde él caminaba, abría el gas y los grifos mientras dormía o encendía focos de fuego por toda la casa. Llegó un punto en el que Aarón se había convertido en un psicótico, daba golpes al aire para golpear lleno de rabia un guante que sólo él podía ver. La maldita prenda perturbaba su sueño con pesadillas recreando la noche en la que acabó con la vida de Ariadna.

Ya no podía pensar en otra cosa, por primera vez en su vida sentía el peso de la culpa sobre su conciencia. No podía dejar de imaginar su vida si aquel doce octubre no se hubiese cruzado en su camino esa hermosa chica que le hizo enloquecer. La culpa era ya demasiado grande como para ser soportable.

El sábado doce de octubre de 2011 a las doce de la noche, Aarón acudió de nuevo al local y subió hasta la última planta. Se asomó al alféizar de la ventana y miró hacia abajo. Cincuenta metros de altura. Se puso de pie sobre el borde y notó cómo el viento le ayuda a caer. Cuando saltó al vacío impactó contra el suelo con tal violencia que el cráneo se le rompió en tres pedazos. La sangre comenzó a formar un charco, y allí estaba el guante sobre su espalda. De repente, un haz de luz inundó la escena, las estrellas se alinearon formando una circunferencia perfecta cuando el guante de convirtió en Ariadna. Sí, ahí estaba ella, viva y con una sonrisa radiante. Miró al cadáver de Aarón y no hizo más gesto que girar la cara hacia otro lado. Ella no era una asesina, sólo había llevado de la mano intencionadamente al destino que se merecía ese sádico, cerdo y asqueroso.

3 comentarios:

  1. Inspirado en una serie de grabados de principios de siglo.

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  2. ¿Un poco fuerte, no?, muy bueno he intrigante pero me pareció un tanto feminista, ojo, sólo es un comentario.
    Un abrazo.

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  3. Soy la autora del texto

    Siento que haya dado impresión de feminista, no lo escribí con esa intención. Sería interesante cambiar los roles (chica psicópata y chico víctima). Supongo que son convencionalismos y atajos mentales a los que recurrimos, y que tenemos que trabajar a nivel consciente a la hora de proponer los temas para no caer en ellos.
    ¡Un saludo y gracias por la aportación!

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