En primer lugar mis disculpas, para quien haya entrado en el blog buscando nuevo contenido y en una semana no encontrara nada nuevo. Mi ordenador estuvo fuera de combate pero ya ha vuelto en plena forma, así que allá vamos.
Nos han inculcado, (siempre), que el esfuerzo va a ser todas las veces reconocido, en mayor o menor medida pero si luchamos y nos esforzamos alcanzaremos nuestros objetivos. ¿ Pregunto: es cierto eso?
Los valores cristianos imperantes en nuestra sociedad (sí, la cultura del esfuerzo, del bien por el bien y la espera de que al hacer ese bien tendremos recompensa, es un pensamiento cristiano a más no poder) nos han inculcado; que el bien tiene su resultado positivo, que el sudor tiene su premio, que el trabajo duro tiene su retribución, que los valores positivos y la generosidad tiene su gratificación y la verdad, es dulce dejar guiarse por esas máximas.
Reflexionemos....ciertamente el esfuerzo ayuda a tus objetivos, normalmente la persona trabajadora va a conseguir más que la vaga, el que invierte su tiempo en algo tendra más frutos de ello que el que no lo invierte. Pero, ¿ no existen acaso los fracasos? ¿ cuántos casos de gente hay que se ha esforzado por unos sueños y no lo ha conseguido? ¿ cuántas personas han dedicado días, meses y años para la consecución de sus objetivos y no ha obtenido nada? ¿ qué quiero decir con esto? No pretendo desanimar a nadie de la persecución de sus objetivos pero me gustaría prevenir, que por el simple hecho de esforzarte no tiene porqué significar resultados.
Hay muchos factores que afectan a tus esfuerzos: la suerte, las capacidades propias, las oportunidades aprovechadas o desaprovechadas, el cómo inviertes tu tiempo, tu trabajo, tu ahínco y tu sacrificio. Por ejemplo en lo que a mí respecta, prefiero ser consciente que es posible ( y muy probable además) que invierta numerosas horas en escribir, en presentarme a concursos, en escribir mi novela y no consiga nada de lo propuesto.....pero es lo bonito del invertir tu trabajo; el riesgo, el esfuerzo y la dificultad de las posibilidades de conseguir tus objetivos, puesto que ¿ No sabe mucho mejor los resultados conseguidos cuando has superado las barreras que te han ido imponiendo?
Aquí os muestro un pequeño cuento de lo comentado:
Érase una vez un niño que se encontraba frente a la mayor y más hermosa playa jamás vista. El niño contemplaba extasiado sus alrededores maravillado por el reflejo del sol en sus cristalinas aguas; el sonido de las olas al chocar contra el agua, el mar al deslizarse por la arena antes de ser succionada de nuevo hacia el fondo, olía la sal, sentía la arena templada en sus pies, notaba como su cuerpo se estremecía al sentir el contacto de la ligera brisa que recorría el lugar como una caricia de una madre cuidadosa.
El niño se había enamorado, no podía evitar pasar horas observando el movimiento caótico del mar, le encantaba tumbarse cerca de la orilla y cerrar los ojos unos instantes para sentirse en comunión con el entorno que le rodeaba. No quería irse nunca de allí, solo deseaba estar para siempre en aquel lugar, y pensó " Voy a escribir mi nombre en la arena, lo escribiré de tal manera que quedará para siempre en la playa de mis desvelos, lo escribiré tantas veces que será imposible de borrar, así, permanecere aquí por siempre".
El niño se agachó, hincó las rodillas al borde de la orilla y ni corto ni perezoso empezó con sus dedos a escribir su nombre, lo puso una y otra vez, pero de repente el agua llegaba y se lo borraba, el niño frustrado, seguía escribiéndolo insistentemente, para cuando consiguió un resultado medianamente satisfactorio, llegaron sus padres y se lo llevaron.
El niño volvió al día siguiente, y observó entristecido que su nombre se había borrado y ni siquiera estaba el hueco donde había volcado las horas en escribir su nombre. Se puso de nuevo a la labor, pasarón numerosos días, los meses y los años, pero jamás conseguía que su nombre se quedara. La gente le preguntaba ¿ Quieres que te ayudemos? pero el chico negaba con la cabeza, era algo que quería hacer el solo, necesitaba que en la playa, en su santuario, en su parcela de paz y felicidad real, quedara su nombre por siempre.
Pasó aún más tiempo, el chico pasó a ser adulto y de adulto a anciano, tenía los dedos encallecidos, las uñas rotas, tenía artrosis y dolor constante en sus huesos, pero seguía intentándolo, rechazando la ayuda, las oportunidades para que con otros medios consiguiera lo que deseaba. Se lo ofrecian las personas, las cuales compadecidas buscaban solucionarle sus anhelos.
El anciano supo que su nombre se borraba siempre por algún motivo fuera de su capacidad; vehículos, pisadas, el mar. Falleció con una sonrisa, muerto en su sancta sanctorum con una nota en los dedos, donde pedía e imploraba que allí se le enterrara para estar por siempre en el lugar donde invirtió su vida, y al menos aunque no había conseguido dejar su nombre, podría dejar su cuerpo que tantas horas invirtió en aquel lugar para toda la eternidad.
Nos han inculcado, (siempre), que el esfuerzo va a ser todas las veces reconocido, en mayor o menor medida pero si luchamos y nos esforzamos alcanzaremos nuestros objetivos. ¿ Pregunto: es cierto eso?
Los valores cristianos imperantes en nuestra sociedad (sí, la cultura del esfuerzo, del bien por el bien y la espera de que al hacer ese bien tendremos recompensa, es un pensamiento cristiano a más no poder) nos han inculcado; que el bien tiene su resultado positivo, que el sudor tiene su premio, que el trabajo duro tiene su retribución, que los valores positivos y la generosidad tiene su gratificación y la verdad, es dulce dejar guiarse por esas máximas.
Reflexionemos....ciertamente el esfuerzo ayuda a tus objetivos, normalmente la persona trabajadora va a conseguir más que la vaga, el que invierte su tiempo en algo tendra más frutos de ello que el que no lo invierte. Pero, ¿ no existen acaso los fracasos? ¿ cuántos casos de gente hay que se ha esforzado por unos sueños y no lo ha conseguido? ¿ cuántas personas han dedicado días, meses y años para la consecución de sus objetivos y no ha obtenido nada? ¿ qué quiero decir con esto? No pretendo desanimar a nadie de la persecución de sus objetivos pero me gustaría prevenir, que por el simple hecho de esforzarte no tiene porqué significar resultados.
Hay muchos factores que afectan a tus esfuerzos: la suerte, las capacidades propias, las oportunidades aprovechadas o desaprovechadas, el cómo inviertes tu tiempo, tu trabajo, tu ahínco y tu sacrificio. Por ejemplo en lo que a mí respecta, prefiero ser consciente que es posible ( y muy probable además) que invierta numerosas horas en escribir, en presentarme a concursos, en escribir mi novela y no consiga nada de lo propuesto.....pero es lo bonito del invertir tu trabajo; el riesgo, el esfuerzo y la dificultad de las posibilidades de conseguir tus objetivos, puesto que ¿ No sabe mucho mejor los resultados conseguidos cuando has superado las barreras que te han ido imponiendo?
Aquí os muestro un pequeño cuento de lo comentado:
Érase una vez un niño que se encontraba frente a la mayor y más hermosa playa jamás vista. El niño contemplaba extasiado sus alrededores maravillado por el reflejo del sol en sus cristalinas aguas; el sonido de las olas al chocar contra el agua, el mar al deslizarse por la arena antes de ser succionada de nuevo hacia el fondo, olía la sal, sentía la arena templada en sus pies, notaba como su cuerpo se estremecía al sentir el contacto de la ligera brisa que recorría el lugar como una caricia de una madre cuidadosa.
El niño se había enamorado, no podía evitar pasar horas observando el movimiento caótico del mar, le encantaba tumbarse cerca de la orilla y cerrar los ojos unos instantes para sentirse en comunión con el entorno que le rodeaba. No quería irse nunca de allí, solo deseaba estar para siempre en aquel lugar, y pensó " Voy a escribir mi nombre en la arena, lo escribiré de tal manera que quedará para siempre en la playa de mis desvelos, lo escribiré tantas veces que será imposible de borrar, así, permanecere aquí por siempre".
El niño se agachó, hincó las rodillas al borde de la orilla y ni corto ni perezoso empezó con sus dedos a escribir su nombre, lo puso una y otra vez, pero de repente el agua llegaba y se lo borraba, el niño frustrado, seguía escribiéndolo insistentemente, para cuando consiguió un resultado medianamente satisfactorio, llegaron sus padres y se lo llevaron.
El niño volvió al día siguiente, y observó entristecido que su nombre se había borrado y ni siquiera estaba el hueco donde había volcado las horas en escribir su nombre. Se puso de nuevo a la labor, pasarón numerosos días, los meses y los años, pero jamás conseguía que su nombre se quedara. La gente le preguntaba ¿ Quieres que te ayudemos? pero el chico negaba con la cabeza, era algo que quería hacer el solo, necesitaba que en la playa, en su santuario, en su parcela de paz y felicidad real, quedara su nombre por siempre.
Pasó aún más tiempo, el chico pasó a ser adulto y de adulto a anciano, tenía los dedos encallecidos, las uñas rotas, tenía artrosis y dolor constante en sus huesos, pero seguía intentándolo, rechazando la ayuda, las oportunidades para que con otros medios consiguiera lo que deseaba. Se lo ofrecian las personas, las cuales compadecidas buscaban solucionarle sus anhelos.
El anciano supo que su nombre se borraba siempre por algún motivo fuera de su capacidad; vehículos, pisadas, el mar. Falleció con una sonrisa, muerto en su sancta sanctorum con una nota en los dedos, donde pedía e imploraba que allí se le enterrara para estar por siempre en el lugar donde invirtió su vida, y al menos aunque no había conseguido dejar su nombre, podría dejar su cuerpo que tantas horas invirtió en aquel lugar para toda la eternidad.
Pero al final el niño escribe su nombre o no? No me ha quedado claro....jejejejejejejejjee
ResponderEliminarUn besito!!!!
Tiene un final que no refleja que quede escrito el nombre pero...queda para siempre en el paisaje, que al fin y al cabo era su objetivo. Tus comentarios son plenamente bienvenidos. Disculpa mi tardanza. Un besito muy grande para ti también.
EliminarTe doy la razón Alejandro pero, en mi humilde opinión, creo que merece realizar ese esfuerzo por algo en lo crees o algo en lo que quieres. Luchar por tus objetivos, levantarte ante la primera piedra en el camino, resurgir de tus cenizas como el ave fénix. Puede que no llegues a cumplir ese objetivo que te marques pero al menos lo has intentado y no te has rendido ante la adversidad y las trabas. Nadie te podrá echar en cara que no lo has intentado.
ResponderEliminarAdemás, nunca sabes como va a acabar si no lo intentas. Es como intentar que te toque la quiniela sin rellenarla
Lorenzo Gutiérrez Avilés
En primer lugar: Bienvenido a este blog Lorenzo, es una reflexión interesante la que haces.
EliminarCiertamente pienso que hay que intentarlo, lo que hace referencia el relato son las formas y el camino. El esfuerzo no te garantiza el éxito, la insistencia no te garantiza el éxito, pero saber el modo de volcar tus esfuerzos, tener contactos adecuados y saber encauzar tus energías al menos te da más probabilidades. Es digamos la moraleja del cuento. Espero que sigas aportando tus opiniones. Un saludo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAmigo Asth,
ResponderEliminarMe encantó tu reflexión, ciertamente el esfuerzo no siempre es recompensado. Al igual que tú, pienso que hay muchos factores que inciden en la exitosa consecución de un esfuerzo. Por su parte, las religiones (no solamente la cristiana) influyen fuertemente en este tipo de creencias, ya que siempre se ha asociado al esfuerzo (el duro, ese por el cual hubo un sacrificio y hasta un sufrimiento) va a dar sus frutos. La verdad no entiendo cuales son los argumentos por los cuales se basan para aseverar tal “verdad”. Particularmente pienso que el proceso de esforzarte en conseguir algo debe llevar implícita dos variables: el disfrute y el aprendizaje. En la medida que disfrutamos de lo que hacemos, sin pensar que estamos esforzándonos o sacrificándonos, estaremos conectados con la pasión y nuestro cuerpo estaría en total disposición de lograr los objetivos propuestos. Obviamente esto no es garantía de éxito, pero al menos no sería una carga mientras realizas, creas o haces. A su vez, el aprendizaje es lo que realmente nos queda luego de dedicar horas en algo que nos hayamos propuesto, ya sea que lo hayamos conseguido o no siempre nos quedará la satisfacción de que lo intentamos y aprendimos. Si todos fuéramos conscientes de que el esfuerzo no siempre deviene en triunfos estaríamos más dispuestos a aceptar una eventual derrota. Haciendo el símil de esta situación con el relato del niño frente al mar, creo que su mayor motivación era el placer de escribir su nombre cada día en su lugar favorito, más allá de dejarlo grabado por siempre.
Un abrazo!
Rafael Baralt
@raguniano
Como siempre tus opiniones me dejan con una sonrisa. Y ciertamente lo que dices es lo que debería ser y la manera más sencilla a la hora de afrontar algo sería dicha mentalidad.
EliminarUn afectuoso saludo.